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La trufa en fresco

 

De la trufa se valora, principalmente, su aroma que es intenso, duradero, penetrable y sutil. Es importante resaltar que , cuanto más rápido se consuma mejor, ya que desde que se saca de su medio, el suelo, comienza un proceso de liberación de aroma y agua. Por eso es importante conservarla bien. Una trufa fresca y en buen estado se puede conservar hasta 7-9 días, si se mantiene a una temperatura entre 4 y 6º C. Sin embargo, cada trufa es un mundo y tiene un proceso de maduración diferente, por lo que recomendamos consumirla cuanto antes en fresco para disfrutar plenamente de todas sus cualidades.

 

¿Cómo conservar la trufa que he comprado?

 

Si se va a consumir puede utilizarse entera, en pequeños daditos, laminada o rallada. Es un producto sensible a la temperatura y, en la cocina, no debe superar los 72ºC manteniendo así su aroma. Se añadirá en el toque final de los platos y, una vez distribuida, se debe esperar unos 30 segundos para su degustación.

 

Si se va a conservar se tienen las siguientes alternativas:

 

  1. En el frigorífico, en un recipiente cerrado, no hermético, envueltas en un paño humedecido hasta 7-9 días. Recomendamos consumirla lo más pronto posible para disfrutarla al máximo y evitar una maduración excesiva.

  2. Cubiertas de agua. Esta solución evita el contacto con el aire y retrasa el proceso de maduración, ahora bien, no debería prolongarse más de una semana.

  3. En líquido de cobertura (aceite, vinagre, vino blanco, brandy…) pudiéndose utilizar como líquido aromatizado.

  4. Congelar cubierta con papel film transparente, bien entera o en láminas. Cuando se vaya a utilizar, no es necesario descongelarla entera, se puede rallar sobre la preparación que se haga y devolverla al congelador.

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